sábado, 25 de mayo de 2013

Ser taxista, un trabajo pesado, peligroso y mal remunerado


Acaparan concesiones políticos, líderes sindicales y empresarios


Por David Carrizales

Monterrey, NL, 23 de febrero- En jornadas de doce horas, sin seguro social ni prestaciones; en constante riesgo por la delincuencia común y organizada, los taxistas ejercen su trabajo rifándose la vida,  ya ni siquiera con el atractivo de obtener buenos ingresos por la escasez de clientes debido a la proliferación de vehículos de alquiler,  el languidecimiento de la vida nocturna a consecuencia de la inseguridad, y la crisis económica que vuelve prohibitivo el servicio para muchos potenciales usuarios.
Hacerse de unas placas y un vehículo de alquiler, ha sido el sueño frustrado de muchos que han pasado más de la mitad de su vida detrás de un volante. Las láminas se cotizan en 200 mil pesos y los vehículos en alrededor de cien mil pesos los más económicos;  pero si hasta hace unos diez años se ganaba bien y no había tantos riesgos, la situación se complicó a partir de 2006 con la inseguridad.
A sus 61 años de edad, cuando debería estar disfrutando de una jubilación o a punto de obtenerla Ramón López debe buscar diariamente el sustento para su familia. “Tengo mi esposa y  una hija que hace un año se recibió de contadora, pero no ha encontrado trabajo; además, un hijo estudia en Arquitectura, y me cuesta mucho el material que necesita. Me tuve que endeudar con 20 mil pesos para comprarle una computadora.
Con frío, calor o lluvia, trabaja diariamente jornadas de doce horas, de seis de la mañana a seis de la tarde, para poder llevar algo de dinero a la casa, después de pagar 350 pesos (otros pagan hasta 400) por la renta del taxi. “Hay veces que no saco ni lo de la renta, en días buenos gano  hasta mil pesos, pero son cuatro o cinco al mes, normalmente me quedan libres unos cien pesos”.
Afirma que trabajó diez años como obrero y con la liquidación que le dieron adquirió una casa. Pero no alcanzó pensión del Seguro Social porque después trabajó por su cuenta 20 años en el transporte escolar  y desde hace diez años ha sido taxista, sin poder adquirir un vehículo o hacerse de unas placas que cuestan en promedio 200 mil pesos.

                                    Trabajan taxistas sin prestaciones sociales

Para un taxista no hay vacaciones, aguinaldo, utilidades, ni prestaciones sociales, y tienen prohibido enfermarse. “Yo estoy mal de muchas cosas, no terminaría de contarle: estoy mal de la columna, tengo el azúcar y artritis en las manos, pero así tengo que trabajar”.
Cuando llegas a la casa y le dices a tu esposa que no sacaste ni para la renta del carro te dice ¿Entonces qué andas haciendo? ¿Tienes otra mujer? Y aunque no sea cierto, no te lo van a creer;  tampoco le vas a pedir al vecino, al amigo o al hermano, porque te da vergüenza o andan peor.
La inseguridad ha provocado el cierre de decenas de restaurantes, bares y centros nocturnos, mientras los pocos lugares que permanecen abiertos lucen desolados. El escaso movimiento y los riesgos que implica, hace que muchos trabajadores del volante no trabajen por las noches. Sospechan que algunos que circulan por la madrugada “tal vez se dedican a otra cosa”, como demuestra el hecho que decenas han sido aprehendidos por realizar acciones de “halconeo” para la delincuencia.
Los taxistas se concentran a trabajar durante el día en las calles citadinas, pero con la crisis económica no cualquiera paga un mínimo de 20 hasta 120 pesos por un servicio, si su salario es de cien a 150 pesos diarios. Sobre la inseguridad, dice Ramón López, yo anduve en Benito Juárez –30 kilómetros al oriente de Monterrey-, cuando estaba lo más duro, llegó el momento en que los “malos” me conocían. Un día llegaron con nosotros, pero no nos molestaron, sólo nos dijeron: ustedes no se metan. “Son seres humanos como cualquiera, nadamás no les hagas nada”.

                            Víctimas de la inseguridad y agobiados por la crisis 

Pero no todos han corrido con la misma suerte, en 2012, en tres incidentes ocurridos entre febrero y mayo, hubo 15 víctimas mortales entre los trabajadores del volante. Sólo el diez de abril fueron ejecutados a balazos en Ciudad Guadalupe, ocho taxistas que operaban modestos Volkswagen Sedan en dos bases “piratas”.
Días después la policía detuvo a doce taxistas que confesaron trabajar para una banda del crimen organizado, y reconocieron haber ultimado a los ocho trabajadores del volante, porque el encargado de la base “pirata”, se negó a pagar una “cuota” al grupo delictivo.
La implicación de algunos operadores de vehículos de alquiler con la delincuencia, ha provocado que la gente desconfíe para solicitar los servicios de un taxi, y a la vez los choferes, rechazan llevar a determinados pasajeros que les parecen sospechosos.
Un taxista comentó que cierta ocasión un sujeto abordó su vehículo y lo encañonó con una pistola para obligarlo a llevar un paquete de droga, pero fueron detenidos en un retén. Un agente lo abofeteó cuando se dijo inocente, pero un mando militar evitó que lo siguiera golpeando, y se salvó de ir a prisión porque el tipo que transportaba la droga reconoció que “el ruco” iba amenazado.
Entre un parque vehicular de un millón 900 mil unidades, los 32 mil taxis de la zona metropolitana participan en dos de cada diez accidentes viales, según cifras de Tránsito de Monterrey correspondientes a 2011.
Los percances serían ocasionados por el exceso de velocidad y falta de precaución al conducir, además del cansancio, ya que los operadores trabajan jornadas de hasta  doce horas, y muchos de ellos tienen además otros empleos, pero buscan obtener un ingreso adicional para "completar". 
Para seguridad de los usuarios y prestadores del servicio, el gobernador, Rodrigo Medina, anunció el cinco de julio de 2011, que a partir de agosto del mismo año y como plazo abril de 2012, sería obligatoria la colocación de dispositivos GPS y botones de pánico, en todos  los vehículos de alquiler, a fin de rastrear  las unidades y apagar el motor a control remoto desde el centro de comando C5, en caso de la comisión de un hecho delictivo.
Debido al elevado costo de los aditamentos, de tres mil a cuatro mil pesos, muchos taxistas se resisten a instalar los aparatos, y de los siete mil afiliados a la CROC,  solamente alrededor de 30 por ciento se han incorporado al programa.
El gobernador anunció también  que se sustituirían las unidades de gasolina por vehículos menos contaminantes, con motores híbridos, eléctricos, 100 por ciento acondicionados para gas natural.
Sin embargo, la CTM promovió amparos a fin de evitar que sus diez mil afiliados tuvieran que adquirir ese tipo vehículos, porque su costo oscila en los 400 mil pesos, imposibles de reunir por quienes han sido ruleteros toda su vida.
El costo de las unidades dificulta la renovación, pues  según la Agencia Estatal del Transporte, más de tres mil de los 32 mil taxis que circulan en la entidad, sobrepasan los diez años de antigüedad y deben ser sacados del servicio; de no hacerlo, los propietarios pagarán multas de cien días de salario mínimo.

                             Políticos y empresarios acaparan concesiones 

Ante la ilusión de contar con un vehículo propio, al menos 65 personas fueron defraudadas en tres años por una persona que se identifica como Liliana Garay, quien se hace pasar por familiar del activista y actor cómico, Pedro Rodríguez Alejo “Fufito”.  
“Les dice que yo heredé 200 taxis de mi padre Pedro Rodríguez El Fufurufo, y que los vendo a precios muy bajos para ayudar a la gente. Así les ha quitado desde cinco mil hasta 20 mil pesos a cada persona, en total unos 650 mil pesos”, dijo Rodríguez Alejo.
El primer caso de fraude ocurrió hace tres años y aunque presenté una denuncia ante el Ministerio Público, el fiscal dijo que yo carecía de interés jurídico porque no era parte afectada. Según Rodríguez, la misma policía de Guadalupe que una vez intentó detener a la mujer, aseguró que la defraudadora es protegida por la Policía Ministerial del Estado y muchos de los afectados temen denunciar, por temor a que la estafadora forme parte del crimen organizado.
La denuncia más reciente la presentó el 3 de febrero, Juan Antonio Elías Flores a quien la defraudadora le quitó diez mil pesos, como anticipo por un carro con placas de taxi en 130 mil pesos, cuando las láminas se cotizan en 200 mil, promedio.
Rodríguez se comprometió a encabezar a todos los afectados, para que con una denuncia colectiva la Procuraduría les ponga atención. Dijo que esta situación se presenta por la impunidad prevaleciente y porque para un taxista resulta muy difícil hacerse de un vehículo, pues unos cuantos, líderes de centrales obreras, políticos y empresarios, acaparan las concesiones por decenas y hasta por cientos; “se manejan como botín de guerra”, aunque utilizan prestanombres, pues legalmente un particular sólo puede contar hasta con dos taxis.

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