domingo, 20 de octubre de 2013

García Márquez: No desaparecerá el periodismo impreso bien escrito

Los medios se sienten fiscales de la democracia, pero no soportarían una auditoría en su área laboral: Germán Rey

Por David Carrizales

Monterrey, NL, 1 de septiembre de 2008- Uno como periodista, sufre o disfruta por los encabezados y el manejo que se hace de las noticias; gozamos cuando hallamos una joya, pero sufrimos como un perro cuando vemos la forma en que se maltrata el idioma, dice el Premio Nóbel de Literatura 1982, Gabriel García Márquez.
Un “Gabo” jovial y  platicador, rejuvenecido, sorprende a los comunicadores que se habían acostumbrado a su silencio, durante los seis seminarios anteriores organizados por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que preside el colombiano.
Ni siquiera un coro de miles de estudiantes del Tecnológico de Monterrey logró en septiembre de 2003, que García Márquez pronunciara así fuera un breve mensaje, cuando se le rindió reconocimiento por su obra y pedían a gritos “que hable, que hable”. Yo escribo para no tener que hablar, devolvió tajante el escritor, aquejado entonces por una enfermedad.
Hoy en cambio, el autor de “Cien años de soledad”, se detuvo a platicar con los periodistas locales y representantes de medios nacionales o internacionales, a intercambiar puntos de vista sobre la suerte de este oficio que, reiteró, sigue siendo el más bello del mundo, aunque, agregó sonriente, “a mis años, ya me aburro”.
En ese informal encuentro, comentó el nativo de Aracataca, observa al nuevo periodismo como producto de la premura. “Tengo la impresión de que no les dan tiempo para nada, veo que cierran antes de tiempo, ya para las nueve, y eso me molesta”.
Por eso dice, al ver el manejo que se hace de las noticias, toma el teléfono “para estarme peleando con los periodistas”. Reconoce sin embargo que ese ir contra el tiempo de las redacciones ha sido de siempre, aunque en sus años de reportero había la ventaja de que les daban más tiempo para redactar, porque el proceso de la producción del periódico era más lento.
Sonriente señala, “por es mejor hacer un libro, con uno duré diez años, si no me gustaba volvía y empezaba de nuevo, iba haciendo las correcciones sobre la marcha”.
Cuando uno está tan apresurado no tiene tiempo de pensar, y al día siguiente se dice, mejor hubiera hecho esto. Pero a pesar de los corajes, y de otro tipo de inconvenientes, “no hay mejor oficio, pero a mi edad ya me aburro”.
En el periodismo, uno tiene que saber que no hay tiempo (para pensar mucho o perfeccionar el texto), y que va a tener que sufrir. A veces ya vas a salir a emborracharte o a comer y te hablan, “oye, salió esto”. Y agrega bromista, “como los periodistas sufríamos tanto, teníamos que emborracharnos todos los días”.
García Márquez reconoce que ahora que lee todo lo que publicó en el periodismo, no podría hacerlo hoy “porque tenía una visión de la vida, que no tengo ahora”.
El Nóbel consideró que el periodismo impreso no desaparecerá, pero garantizará lectores en la medida que esté bien escrito, “si no, nos aburrimos nosotros”.
Por otro lado, se armó un sabroso debate en el arranque de los trabajos del seminario organizado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, que en su séptima edición concluye este martes, con la entrega de premios a comunicadores de diversos países, entre ellos en categoría Homenaje a Iñaki Gabilondo, por su trayectoria en la radio y la televisión española.
El colombiano Germán Rey, dijo que hoy los medios se sienten los fiscales de la democracia; pero no soportarían una auditoría de responsabilidad social en su área laboral.
Mientras, Jaime Abelló, director ejecutivo de la FNPI, puntualizó que en los tiempos de crisis económica y dura competencia entre los medios, ha desaparecido la barrera que existía entre las áreas comercial y editorial, “porque lo que está en juego es la supervivencia”.
Para Iñaki Gabilondo, es ganancia el que se dé en América esta discusión, porque en España o en Europa, no se celebraría nunca. “Aquí se está hablando de una batalla que se está librando –para que persista la responsabilidad social- y nosotros ya la damos por perdida”.
Allá ningún periodista adulto o joven tiene la más mínima duda de que las empresas corporativas se han apoderado absolutamente del lenguaje de la comunicación y que “todo se ha convertido en carne de cuenta de resultados;  la lógica es máxima audiencia a cualquier precio, y lo que importa es tener más oyentes, lectores y espectadores para obtener más ingresos”.