sábado, 19 de abril de 2014

¡Qué puta tristeza!


Por David Carrizales

Qué puta tristeza , cabeceó con ingeniosa irreverencia el periódico Metro de la Ciudad de México la noticia sobre la muerte del querido y odiado por muchos, Gabriel García Márquez.
 Y sí, qué puta tristeza, pero no tanto por su punto final en esta vida, que a fin de cuentas cumplió a cabalidad su ciclo, con una intensidad  e inmensidad que sólo unos cuantos privilegiados pueden alcanzar en cada siglo.
Qué puta tristeza, porque en Colombia, una paisana del Gabo, la legisladora electa, María Fernanda Cabal, posteó en su cuenta de twitter una foto del Nobel y Fidel Castro, expresando la representante popular  sus más caros deseos: “Pronto estarán juntos en el infierno”.
Pero, quién juzga a quién. Sucede como cuando alguien con razón y con justicia, critica e incomoda, y el aludido en lugar de reconocer los fallos,  le receta un: “ladran Sancho…”, sin reparar en que un perro cuando ladra en ocasiones responde a otro ladrido.
Qué puta tristeza, porque aquí en México,  he visto personas a las que creo inteligentes y supongo que han leído suficiente como para tener un poquito más de criterio, y se la pasan insultando a los que a raíz de la muerte del escritor, han expresado su pesar, o han tenido la osadía de compartir textos de sus genialidades, prejuzgando que nunca lo han leído, y por ese hecho no tienen derecho a considerarse dolientes de su partida.
Y qué si ese fuera el caso, que apenas conocieron al ilustre hijo de un modesto telegrafista de Aracataca. ¿No debe alegrarnos que la gente lea, y más cuando lo hace por primera vez?
Si son creyentes o aunque sea por cultura general, deberán saber que justamente en Semana Santa –cuando coincidentemente se nos fue García Márquez-, se recuerda la crucifixión y  muerte de Jesucristo,  “para salvar al mundo del pecado”.
 Entonces digo yo, guardando las proporciones y perdonando las comparaciones, si la muerte de Cristo sirvió para salvar almas, no está  nada mal que la muerte del Gabo sea útil para que algunos “espíritus perdidos” del mundo de las letras, disfruten por primera vez de este genio literario.
Qué puta tristeza, si en medio del dolor o sentimiento parecido que cada quien pueda tener, el hecho del descubrimiento o relectura de García Márquez, no motiva un poco de esperanza y alegría.





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