sábado, 18 de enero de 2014

"En marzo renuncia Medina"

Su relevo, para que el PRI pueda conservar la gubernatura en el 2015, dicen

Por David Carrizales


Dos meses antes de la elección presidencial de julio de 2000, con las encuestas en contra del PAN, alguien me dijo que Vicente Fox sería el próximo presidente de México; unos nueve años después otra fuente me confió que Enrique Peña Nieto, con el apoyo de Fox, Salinas y otros políticos de izquierda, centro y derecha, llegaría a Los Pinos, cuando el actual mandatario apenas era uno más de los gobernadores del PRI. La primera versión la escribí para una columna, pero no se publicó; la segunda especie la compartí con algunos amigos, y en ambos casos tengo testigos que no me dejarían mentir.
Por considerar que esta versión puede tener veracidad y despertar algún interés, les comparto que hace dos días, una persona que suele estar bien informada sobre el acontecer nacional, me comentó que Rodrigo Medina de la Cruz tiene los días contados como gobernador de Nuevo León. Su salida se daría porque el año que recién comenzó, marcó también el inicio de la desaforada carrera  que -sin preocuparse por los tiempos oficiales-, ha emprendido una manada de jacas y jamelgos matalotes,  deseosos de ocupar el cargo que hasta hoy tan mal ha ejercido el mandatario estatal.
Como siempre se apuesta al olvido, el PRI no quiere correr el riesgo de llegar con desventaja a la cita del domingo cinco de julio de 2015, cargando el lastre de un gobierno impopular, con el sello de la ineptitud, la corrupción y la insensibilidad, más el ingrediente de un difícil entorno económico global, abultada deuda pública, desempleo, e inseguridad.
El razonamiento es que los estrategas priístas, confían que pasados unos meses,  los electores olvidarían el gris periodo medinista, y el año próximo acudirían  gustosos a renovar sus votos de esperanza en un nuevo rostro tricolor, aderezado de todas las virtudes a punta de billetazos y acicalado con la magia de la televisión.
El ajuste sería en marzo. Ubican a Medina en la Secretaría de Desarrollo Social, que hoy ocupa la vilipendiada Rosario Robles Berlanga, quien a su vez se iría a engrosar las filas del cuerpo diplomático. Dicen que la Chayo, a cambio de los servicios prestados durante la pasada elección para llevar a Enrique Peña Nieto a Los Pinos,  quiere irse a Washington, pero si no hay para más, se conformaría con llegar a la histórica Roma.
Y es que el PRI sabe bien que de no mover sus fichas en el tablero político, los meses que se avecinan serán una verdadera carnicería, donde muchos resultarían damnificados por los obuses que llegarían desde todas direcciones, principalmente desde el Congreso y el Palacio de Cristal.  La botana del día tendrá la marca de Medina, ya de por sí convertido en piñata en cuanta protesta organizan los ciudadanos o los partidos de oposición.
La tardanza en hacer los enroques, es por el estira y afloja entre los diversos grupos del partido, pues los hay que rechazan el encargo, sabedores de que eso los inhabilitaría en definitiva para buscar el puesto por seis años en la elección constitucional, mientras otros quedarían más que satisfechos con el suculento hueso, así sea por 18-19 meses, sabedores de que la candidatura les queda demasiado grande, o porque como sabiamente dice, Ernesto Chavana: "no es momento".
Para sustituir a Medina, los altos mandos del gobierno de Enrique Peña Nieto, supuestamente barajan en primer término los nombres de las senadoras Cristina Díaz y Marcela Guerra, además del diputado federal, Héctor Gutiérrez de la Garza, junto con el ex alcalde regiomontano, Ricardo Canavati Tafich.
La balanza se inclinaría por quien se considere que cumpliría mejor la tarea de preservar la gubernatura en manos del tricolor, aunque las malas lenguas afirman que a veces lo que se busca es lo contrario: que el designado, realice mejor la entrega al partido de enfrente, como en su momento, al sustituir a Sócrates Rizzo (abril de 1996), supuestamente hizo Benjamín Clariond Reyes, que dejó la gubernatura en manos de su primo, el panista, Fernando Canales Clariond.
En enero de 2003, el propio Canales sufrió la misma suerte que Rizzo, al ser “invitado” por Vicente Fox para ocupar la secretaría de Economía, dejando inconcluso el puesto por el que tanto luchó y conquistó hasta en su segundo intento.
Se manejó entonces la versión de que la salida de Canales de la gubernatura,  fue por petición del entonces candidato panista a gobernador, Mauricio Fernández Garza,  al estimar que el mediocre gobierno de su correligionario, famoso por los “no soy”: bombero, criminólogo, plantaparches…, le restaría posibilidades de triunfo, que a la postre no consiguió por traiciones internas del panismo y una errática campaña de la que más se recuerda, su propuesta de legalizar la mariguana y la confesión de que siendo jovencito quemaba la yerbita.
Pero “esa, es otra historia”, como decía la Nana Goya, y a lo que venimos es a pasar al costo lo que dicen en el medio político: que para tratar de evitar la debacle priísta,  “en marzo se va Medina”.
De hecho, se comenta, la suerte de Rodrigo estaba echada desde 2011, cuando el crimen organizado rompió récord de ejecuciones; pero se complicaba su relevo, porque antes de tres años de mandato, que se cumplieron el cuatro de octubre de 2012, sería necesario convocar a nuevas elecciones de gobernador, y por disposición constitucional, tendrían que coincidir con los comicios intermedios de julio de 2012, cuando el PRI perdió en el estado la elección presidencial y el Congreso local.
Como ya vimos, el truco no es nada nuevo, lo utilizó el PRI en 1996 cuando Rizzo fue sustituido por Benjamín Clariond,  y en 2003, el PAN lo hizo suyo, para sacar a Fernando Canales. Sobre la suerte de Medina, el tiempo y desde luego Enrique Peña Nieto y el PRI,  dirán la última palabra.


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