jueves, 22 de agosto de 2013

Un intérprete desconocido, pudo ocupar el lugar de Javier Solís

La vida da muchas vueltas, da muchas vueltas la vida.

Montado sobre su bicicleta y con una guitarra a la espalda, Don Jorge Villarreal, recorría ceremonioso las calles del centro de Monterrey para buscar clientes que quisieran escucharlo interpretar canciones que hiciera populares Jorge Negrete como “Mía” y “Flor de Azalea”, o el pasodoble “Silverio Pérez” que conocimos en la voz de Javier Solís.
Siempre seleccionaba canciones de notas muy altas y graves, pero que no implicaban sacrificio alguno para su portentosa  voz de tenor. El viejo bohemio que murió hace poco más de tres años, me confió que en sus años de juventud sus andanzas lo llevaron a la Ciudad de México donde le tocó alternar con artistas de la talla de Marco Antonio Muñiz, Pedro Vargas y muchos otros famosos de la época dorada de la música y el cine nacional.  
Un día -dijo don Jorge- después que cantó en un lujoso bar, se le acercó un tipo chaparrito y de no muy buena facha, para decirle:  Mire amigo, yo traigo una canción que tenía la intención de entregarle a Javier Solís para ver si me la graba; pero creo que le quedaría mejor a usted.
“Me entonó  la canción y me entregó una hoja de papel con la letra. Yo pensé, ese tipo está loco, qué va a ser compositor, pero por cortesía me guardé el papel”.
Pasó el tiempo y un día escuché en la radio, a Javier Solís cantando “Llorarás, llorarás”, el tema que lo catapultó a la fama y lo hizo inmortal. La canción me gustó mucho y por alguna extraña razón se me hizo conocida.
Y sí, era una canción conocida, era el tema que le había entregado el compositor Rafael Ramírez, y que don Jorge Villareal había ignorado un tanto despectivamente, por no considerarlo capaz de tales alcances creativos.
Tiempo después se enteró que Rafael Ramírez estaba en Monterrey. Don Jorge decidió ir a saludarlo. “Le dije, se acuerda  que usted me dio, antes que a Javier Solís, la canción Llorarás, porque quería que yo se la grabara? Me escuchó atento, pero con incredulidad. Ahora el loco era yo”…

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