viernes, 1 de noviembre de 2024

Catarino Leos compuso canción para su despedida: "El final de mi camino"

David Carrizales/reportero
(Catarino Leos Rodríguez nació el 26 de noviembre de 1936 en Tula, Tamaulipas, falleció este 1o de noviembre de 2024 en Monterrey, NL. será recordado por sus canciones). Monterrey, NL, 3 de marzo de 2016- La música norteña de Catarino Leos Rodríguez, que hace 60 años hacía bailar a los jóvenes en el barrio del Topo Chico,al poniente de la ciudad, alegró de nuevo a esta zona recientemente castigada por la violencia, durante un homenaje al autor de más de 700 canciones que está por cumplir 80 años de edad, pero sigue deleitando con su voz, como cuando aquí, hace seis décadas, nació como artista. Mujeres cabecita blanca contemporáneas de don Catarino, que disputaban los mejores lugares para ver de cerca a su “novio”; hasta jóvenes veinteañeros con vestimenta y baile en estilo colombiano, por igual se dieron gusto con las cumbias del tradicional grupo norteño LoS Rancheritos del Topo Chico, en una pequeña explanada que se construyó a pocos metros de los legendarios veneros de aguas termales donde, cuenta la leyenda, se bañó una hija del emperador Moctezuma para curar sus males. Supuestamente hasta la gran Tenochtitlán, de la nación mexica prehispánica, llegaba la fama de las aguas curativas, que brotaban de las entrañas del cerro Topo Chico. Sencillo y sin poses de artista, el fundador y único sobreviviente de Los Rancheritos del Topo Chico, grupo con el cual grabó el 11 de abril de 1956, el primero de 102 discos que hasta hoy ha creado, acepta tomarse la foto con los residentes del sector, y platica con ellos sobre los recuerdos de sus andanzas en el barrio que lo vio crecer. Como un vecino más, recibió el reconocimiento a su trayectoria, de las autoridades municipales de Monterrey, a través de la dirección de Cultura, como parte de un programa con el que se pretende frenar la inseguridad y recuperar la identidad, denominado “Barrio de mi corazón”. La participación de Los Rancheritos del Topo Chico, fue disfrutada por unos 800 vecinos de todas las edades. Grafiteros de la zona, que ha sido duramente castigada por la violencia, coordinados por el artista visual, Paco Reyes, elaboraron el mural “Rancherito color flow” dedicado a Catarino Leos. La obra incluye el manantial de aguas termales curativas que dio fama nacional a Topo Chico, retrata el rostro del cantautor, signos musicales, un acordeón y el icónido Cerro de la Silla. Mientras espera el inicio de la ceremonia, Catarino Leos comenta a este reportero que con sólo un alambre y unos cerillos, para atrapar y asar víboras, ratas magueyeras, conejos o ardillas, siendo un adolescente se “perdía” con los amigos hasta tres días entre los cañones y riscos del cerro del Topo Chico, una elevación orográfica que le dio nombre a esta comunidad, fundada el cinco de mayo de 1603, hace casi 413 años. Durante un periplo de la familia en búsqueda de mejores horizontes, Catarino Leos, séptimo de once hermanos, nació el 26 de noviembre de 1936, en Tula, Tamaulipas; pero sus padres lo registraron en Doctor Arroyo, Nuevo León y lo bautizaron en Matehuala, San Luis Potosí, de donde se trasladaron a la zona metropolitana de Monterrey en un viaje que duró tres días, a bordo de un destartalado camión de pasajeros que se descompuso a medio camino. La familia residió en los municipios de Guadalupe con unos parientes y en Juárez, cuidando un rancho, hasta que se asentó en el barrio del Topo Chico, donde rentaron un cuarto en una especie de vecindad llamada “La Cuadra”, cuando el homenajeado tenía unos cuatro años de edad. Creció en un ambiente del que surgieron otros íconos de la música regional norteña como Juan Montoya, Pedro Yerena, Los Hermanos Vázquez, Los Trovadores y los Gorriones del Topo Chico. Por la condición humilde de sus padres, sólo pudo estudiar hasta tercer año de primaria, y desde los doce años trabajaba con su padre, Ricardo Leos, arreglando jardines. Influenciado por su madre que cantaba con el acompañamiento de sus tíos Chanito y Agustín Cruz, en el violín y el bajosexto, respectivamente, así como la cercanía de otros músicos, Catarino se compró una guitarra y a los 17 años con su amigo y vecino Juan Montoya, formó el Dueto Oriental que ganó un concurso, donde los premiaron con cinco pesos y un litro de nieve. Montoya siguió su propio camino y llegó a ser otro de los grandes intérpretes de la música norteña. Luis Antonio Garza Torres, representante artístico y biógrafo del homenajeado, cuenta que los Gorriones del Topo Chico, le dieron a Catarino Leos, las primeras oportunidades de tocar y cantar en público, en la plaza de la hoy colonia Topo Chico, y en 1954, cuando los vocalistas Pablo y Hermenegildo Vázquez, abandonan la agrupación, Catarino fue invitado a ser el nuevo cantante, donde se mantuvo por dos años, hasta que tuvo que retirarse porque había entrado a trabajar como obrero en una bodega de la empresa Coca Cola. Sin embargo, seguía practicando la música en sus ratos libres, y poco después con su primo Ramiro Pérez Santana (bajo sexto y segunda voz) y Aurelio Pérez Rodríguez (tololoche), formó su propio grupo musical que bautizó como Los Rancheritos del Topo Chico, donde Leos Rodríguez fungía como acordeonista y primera voz. En la cantina “Uno, dos, tres” de Monterrey, el novel grupo interpretó varias melodías a un parroquiano, que resultó ser Tomás Ortiz, de los ya para entonces famosos Alegres de Terán, a quien agradó su estilo y ofreció apoyarlos para que grabaran su primer disco, sueño que concretaron, el once de abril de 1956. Por más de 40 años, Catarino Leos tocó el acordeón, y ahora a punto de cumplir 80 años de edad solamente canta con el grupo que fundó, aunque sigue componiendo canciones. Una de las más recientes la denominó “El final de mi camino”, que viene a ser como un repaso de su trayectoria y despedida: “Aquí estoy en el final de mi camino/ estoy viviendo ya mi última etapa/ los años se me están viniendo encima/ presiento que la vida se me escapa. “Pero antes de morir quiero decirles/ que nunca me he sentido desgraciado/ llenaron a mi vida de alegría/ fue más de lo que nunca había soñado. El día que yo me muera les prometo/ les dejo por herencia mis canciones/ que cuando las escuchen me recuerden/ y lloren como yo sus corazones”. https://www.youtube.com/watch?v=FRV3DXYMEg8

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