*Una velada inolvidable en Marco
* Se Juntaron los magnates del cemento y del periodismo
Por David Carrizales
Monterrey, NL., 1º de septiembre de 2004- Lorenzo
Zambrano, dueño de Cementos Mexicanos y copatrocinador de la Fundación para un
Nuevo Periodismo Iberoamericano, se deja llevar por la magia de Macondo,
presente en las novelas de Gabriel García Márquez, y recuperada en la música de
Celso Piña, en una noche para recordar en el Museo de Arte Contemporáneo, durante
la cena que ambas, empresa e institución, ofrecieron a los asistentes a un
seminario sobre periodismo y a los comunicadores premiados por su trabajo y
trayectoria.
Celso Piña arrancó su presentación con Crónica de una
muerte anunciada, para entrar en ambiente siguió con Macondo, y una vez que
tenía bien medido el terreno, dejó escapar la sorpresa que tenía reservada para
el escritor colombiano: Hasta siempre comandante, un canto de la autoría de
Carlos Puebla en homenaje a Ernesto Che Guevara, que aparecerá en su próximo
disco compacto y que ofreció como primicia ante unos 80 invitados
El canto libertario dedicado al guerrillero
argentino-cubano, pasó la prueba ante el selecto grupo de asistentes venidos
desde diversos países de América Latina, convocados por los magnates del
cemento y del periodismo, Lorenzo Zambrano y García Márquez.
Fue tan bien recibida la canción del Che, que hasta el
español, Joaquín Estefanía, ex director del influyente diario El País, dejó
escuchar su voz para hacer junto con otros invitados, un improvisado coro, en
el que participó el propio García Márquez. A su lado Lorenzo Zambrano, sonreía
divertido al escuchar: "...de tu querida presencia, comandante Che Guevara..."
Celso Piña rompió con un mito, al introducir, así fuera
brevemente, hasta el Museo de Arte Contemporáneo (Marco), que patrocinan los
grandes empresarios de Monterrey, muy identificados con la ideología de
derecha, al icono por excelencia de la izquierda, sin que nadie hiciera gestos
evidentes de desaprobación.
La cuarta interpretación espantó de plano las
inhibiciones. Al ritmo de la Cumbia sampuesana, Jaime Abelló, secretario de la
Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, se levantó de su mesa y sacó
a bailar a una representante de la embajada colombiana.
De inmediato siguieron su ejemplo Nina Zambrano, hermana
del empresario cementero y presidenta del consejo de directores de Marco, quien
invitó a bailar a Jaime, hermano de Gabriel García Márquez. El Nobel de
Literatura, hizo lo propio con su esposa Mercedes. Mientras ella bailaba con
una vela en alto, García Márquez hacía el tradicional pasito del gavilán. El
ambiente era tan alegre y contagioso que hasta don Julio Sherer, fundador de Proceso,
se animó a bailar un rato, siendo Lorenzo Zambrano y el gobernador, José
Natividad González Parás, de los pocos que no participaron en aquél vendaval de
la bullanguería.
Disfrutaton las altas esferas
Ahí se rompió otro mito. En apenas tres minutos, con la
música de Celso Piña, que se consideraba propia de los barrios bajos, para los
de vestimenta tipo cholo, de zapatos tenis, pantalones “guangos" y camisa
desfajada, bailaron y disfrutaron de lo lindo, las élites del periodismo, de la
industria y la cultura, con sus vestidos de gala, trajes de casimir, y zapatos
bien lustrados.
La participación de Celso Piña y su ronda Bogotá duró
apenas media hora, suficiente para llevar a Marco la atmósfera de Macondo.
Jaime Abelló terminó tan encantado, que no dejaba de abrazar al músico
regiomontano, a bocajarro le soltó: "¿Quieres que te invite al festival
Vallenato?" Piña no lo pensó dos veces, es que con casi 30 años de tocar
música colombiana, 20 discos grabados con cumbias y vallenatos, es increíble
que nunca haya ido a la patria de García Márquez.
Sobre su próximo disco, que dedica a Ernesto Che Guevara,
cuya primicia regaló a García Márquez, Celso Piña expuso que le gusta la
ideología del guerrillero argentino, porque es un hombre libertario y la
libertad le gusta a la gente. "Creo que es una idea que debe prevalecer."
Se animó a grabar ese disco, más ahora que hay tanta
libertad de expresión. Espera que las nuevas generaciones tomen muy bien el
disco y su mensaje.
Al término de su actuación, Celso Piña se acercó a
saludar al Nobel, quien le plasmó una dedicatoria en un ejemplar de Cien años de
soledad: "Para Celso, de tu hincha: Gabo”.
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