*Revela Arnulfo Solís, defensor de Hernández Galicia
*La detención, una venganza por apoyar a Cárdenas
Por David Carrizales
Monterrey, NL, 10 de enero de 2004- A raíz del encarcelamiento de
Joaquín Hernández Galicia, el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la
República Mexicana (STPRM) perdió unos tres mil millones de dólares que estaban
depositados en bancos del extranjero, según el abogado, Arnulfo Solís Sáenz,
quien logró la libertad del polémico dirigente sindical, mediante amparos
que dejaron sin efecto los principales
cargos que pesaban en su contra.
El propio Hernández Galicia –quien falleció el pasado once
de noviembre-, encomendó a Solís Sáenz recuperar los recursos, que
supuestamente provenían del dos por ciento que recibía la organización gremial,
por los contratos de obra que asignaba Pemex. Sin embargo, afirma el litigante,
declinó el encargo porque, fiel a su costumbre, La Quina nunca estuvo dispuesto
a firmar un contrato de honorarios por servicios profesionales.
La madrugada del diez de enero de 1989, a 40 días del
nuevo gobierno de Carlos Salinas de Gortari -mediante un operativo de la PGR, encabezado
por Javier Coello Trejo y con apoyo del Ejército-, La Quina fue detenido en su
domicilio de la colonia Unidad Nacional, de Ciudad Madero, Tamaulipas. El mismo
día fueron aprehendidos otros 30 dirigentes petroleros, entre ellos el entonces
secretario general del STPRM, Salvador Barragán Camacho.
Comentó Solís en entrevista que a mediados de 1992, se
integró a la defensa de Hernández Galicia, cuando recién un tribunal unitario
le había confirmado a La Quina en apelación , la sentencia de 37 años de
cárcel, que le dictara un juez de distrito por siete delitos, entre otros los
de homicidio calificado, contrabando y acopio de armas.
“Mi amigo, el empresario Benito Cervantes me pidió
visitar a Hernández Galicia al Reclusorio Oriente, el pagaría todos los gastos.
Yo lo acompañé y una vez estando en la celda fui presentado con La Quina, quien
me dijo estaba en espera del proyecto de dos amparos que estaban trabajando dos
despachos de la ciudad de México”, recordó Solís.
“En menos de una hora yo y don Joaquín nos pusimos de
acuerdo en materia de gastos y honorarios y le pedí una copia del expediente,
que medía 1.70 metros de alto. En tres semas regresé a la Ciudad de México con
el proyecto de amparo.
“Don Joaquín con
voz bastante enérgica les dijo a los otros abogados: parece mentira que en tres
semanas Arnulfo Solís haya hecho un amparo más decente y mejor fundado, mejor
estudiado y con mejor estrategia que ustedes que tienen más de cuatro años conociendo mi asunto.
“Hubo tres amparos, el primero en contra de la resolución
del Tribunal Unitario por haber confirmado la sentencia de 37 años de prisión, que
resultó excesiva, porque no había pruebas suficientes para inculpar a don
Joaquín de tantos delitos. En autos se había demostrado por medio de peritos,
que las armas que le achacaban haber introducido al país, estaban en desuso y que no había ni municiones para
considerarlas un riesgo”, agregó el litigante.
Eran prácticamente piezas de museo, que habían sido
adquiridas por el Ejército mexicano 30 ó 40 años antes; pero se equivocaron de
domicilio y las llevaron a la casa de un familiar, añadió.
Y en el caso de la muerte del fiscal federal, Gerardo
Antonio Zamora Arrioja, que quisieron
achacar a La Quina, presuntamente había
muerto en Ciudad Juárez, porque no se encontró sangre en el piso en el patio de
la casa del dirigente sindical, según el acta de la inspección que realizó el
Ministerio Público, señaló Solís.
Asimismo, para justificar una supuesta resistencia, los
militares lanzaron un bazukazo, pero contra una casa vecina, y supieron que era
otro su objetivo cuando la gente que estaba con el dirigente petrolero salió a
la calle por el alboroto.
Todas esas cosas fueron debidamente esclarecidas durante
el proceso, y quedaron en el expediente que yo leí completo para la elaboración
de los amparos. Con el primero que tramité, siendo aún presidente Carlos
Salinas de Gortari, el tribunal colegiado le tumbó a don Joaquín dos de los
siete delitos (homicidio y acopio de armas) que le achacaban, y con la nueva
sentencia la pena se redujo de 37 a 17 años de prisión.
Al revisar la sentencia, nos dimos cuenta que pese a
eliminar los delitos más graves, en la nueva resolución el Tribunal Unitario
seguía considerando a La Quina como reo
de alta peligrosidad, y esto motivo que presentáramos un segundo amparo.
Don Joaquín no creía que pudiera pegar el segundo recurso,
pero confió en mí la señora Estrellita,
su segunda compañera sentimental, y quien era “la buena” en la cuestiones
financieras, más que su esposa Carmelita.
Con este amparo, logramos que se redujeran los años de
cárcel de 17 a 13, y con nueve que llevaba compurgados, procedió un beneficio de preliberación a pesar
de la resistencia de la Secretaría de Gobernación, que lo consideraba de alta peligrosidad.
Le planteamos a don Joaquín que debería haber presión de
la gente para que Gobernación cediera, ya con Zedillo de presidente. Hay fotos
en la prensa donde yo estuve encabezando dos o tres mítines con gente que llegó
de Ciudad Madero, para exigir la libertad de La Quina.
El 12 de diciembre de 1997 nos negaron el beneficio de la
preliberación, la gente de don Joaquín incluyendo su esposa, doña Carmelita, amenazó
con una huelga de hambre, y para el 17 del mismo mes lo dejaron en libertad,
pero con la condición que se fuera a vivir a Cuernavaca, en un argumento
político más que legal, tenían temor que se fuera a hacer “grilla” contra el
gobierno.
Solís contó algunas anécdotas de La Quina. “Algo que
recuerdo y no es muy agradable, es que cuando se ganó el primer amparo, yo le
decía que para el segundo juicio se buscara el mismo beneficio para sus coacusados;
pero dijo que no, que yo luchara en
adelante sólo por él, no por los demás”.
Los demás líderes que cayeron el diez de enero del 89, ya
habían salido de la cárcel, como Salvador Barragán Camacho, porque públicamente
le pidió perdón a Carlos Salinas, cosa que don Joaquín nunca aceptó.
“Mandaron a la señora Beatriz Paredes, que fue presidenta
del PRI, eso sí yo te lo puedo decir
porque lo viví, fue hasta el Reclusorio Oriente a pedirle a Joaquín que solicitara un perdón a
Salinas a través de la prensa, y Joaquín aún con el primer amparo interpuesto,
me pregunta ¿cómo ves, pido perdón? -Yo
soy el abogado suyo nada más, pero si pide perdón ya el amparo dejaría de tener
efecto.
Y entonces La
Quina le dijo a la señora Beatriz, “vaya y dígale al señor Salinas que chingue
a su madre”. Esta fue la segunda vez que le mentaba la madre a Salinas, y ahí
se rompió la posibilidad de que saliera a través de un perdón, esperó el amparo
y luego un segundo amparo, y fue como salió el viejo, nunca dobló las manos.
Se cuestionó a Solís sobre los señalamientos a La Quina
como presunto autor intelectual por la muerte del dirigente petrolero, Oscar
Torres Pancardo, en un accidente carretero, y sobre sus múltiples propiedades.
“Nunca me confió sobre su participación en algún
homicidio, pero sí era un cacique, tenía granjas porcinas, de aves, ranchos que
producían verduras, frutas, y con ellas
se surtía a las tiendas que tenía el sindicato para los trabajadores de Pemex,
que luego abrió para toda la población de Madero y Tampico.
“El hecho es que las cadenas de supermercados, sólo
entraron a esas ciudades hasta que cayó preso, porque no permitía su
instalación. Ciertamente las tiendas del sindicato ofrecían productos a más
bajo costo porque el viejo quería mantener cierta jerarquía a nivel político.
Le gustaba ser temido y respetado, el clásico cacique”, agregó el abogado.
Recordó que La Quina “leía mucho y obviamente en la
cárcel te sobra el tiempo para leer y hacer ejercicio”, además, tenía su celda
privada, de dos por tres metros, con baño incluido, así como un televisor y eso
era un privilegio porque no lo tenían todos. No había teléfono privado, pero a
los abogados a veces se les permitía entrar con celulares.
Respecto a la
fortuna que se atribuyó a Hernández Galicia, comentó Solís, cuando él llevó su defensa
entre 1992 y 1997, se atribuían al sindicato cuentas por unos tres mil millones
de dólares que nunca pudieron rescatar ni para la organización gremial ni para
el gobierno mexicano, porque estaba en cuentas bancarias del extranjero en
Suiza y las Islas Caimán, y estas instituciones siempre se aprovechan de
políticos corruptos porque se trata de dinero mal habido.
Fortuna con prestanombres
“A mí me pidió que si le podía rescatar esa lana y
algunos ranchos que también tenía a nombre de otras gentes, y la verdad no nos
pusimos de acuerdo porque don Joaquín nunca te firmaba un contrato por
prestación de servicios profesionales, un compromiso o pagaré menos, entonces
sin una garantía yo no quise trabajar”, relató el abogado.
Dijo saber que Hernández Galicia tenía propiedades con
prestanombres, pero al caer en prisión lo traicionaron y hasta lo
desconocieron. “El me pidió que hablara con algunos empresarios que tenían
negocios que eran suyos, pero al abordarlos decían: nombre está loco don
Joaquín, esto es mío”.
Aparentemente La Quina vivía modestamente, en la colonia
Ampliación Unidad Nacional de Ciudad Madero, donde estaba con su esposa
Carmelita; pero con otra mujer, Estrellita, tenía más casas y edificios de
departamentos.
Era no obstante más mesurado que Barragán Camacho, a
quien al detenerlo le hallaron la cajuela del carro llena de Rolex.
-Qué le dijo La Quina sobre la verdadera causa de que lo
metieran a la cárcel?
-El me contó que
le había metido dinero a la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas (1988) y había
pagado ciertas publicaciones del ingeniero, que por eso fue una venganza de
Salinas; pero negó que hubiera financiado ese libro (Un asesino en la
Presidencia).
-Cree que era auténtica su oposición a la privatización
de Pemex?
- Nombre, mira, cuando estuvo don Joaquín, Pemex era
corrupto, no sé si ahora sea en el mismo nivel, pero había mucha corrupción
como la hay en muchas empresas que fueron patrimonio de la nación. Se decía
nacionalista, pero los hechos decían lo contrario, a lo mejor no tenía los
excesos que Salvador Barragán Camacho y otros líderes, era más cuidadoso. Como
el antiguo narco, era muy autoritario y era cabeza de grupo, tenía autoridad
sobre su gente, por eso no era necesaria tanta violencia como ahora que los
liderazgos están muy dispersos.